A ver, dime, ¿dónde metemos todas las promesas que tardamos dos minutos
en hacernos y que, al parecer, no vamos a cumplir nunca? Porque es
domingo y tengo tiempo de sobra para desmontarme. Tiempo de sobra para
recordar que cuando nos enamoramos solemos poner la mano en el fuego por
lo que sentimos, y que cuando estamos solos, nos damos cuenta de que
nos hemos quemado la vida entera. Entonces ya es tarde. Pero hoy tengo
tiempo de sobra para pensar en todo el daño que nos hicimos a causa de
desear querernos por encima de nuestras posibilidades. Así que cierro
los ojos y me duele allí a donde tus manos me hicieron sentir que nunca
te irías. Allí. Qué putada que la piel no sufra alzheimer emocional. (Autor: Sergio Carrión)
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