Quizás nos faltó tiempo y nos sobraron excusas. Quizás
necesitamos un poquito más de valor y menos de orgullo. A lo mejor todo podría
haber sido diferente, hasta tal punto que ni tú ni yo estaríamos ahora mismo en
este punto. Quizás es que simplemente no se tendrían que haber cruzado
nuestros caminos. Quién sabe, pero inevitablemente nos separamos y aún así yo sigo en ti y tú en mí.
Nos colamos tan profundamente dentro del otro que ya no hay manera de salir.
Dejamos tal marca en nuestra vida que ya nunca podremos olvidarnos, ni aunque quisiéramos.
Y es que sé que ambos queremos olvidarnos, ¡qué mejor terapia que hacer como si nada! Pero es imposible, así
que solo queda una opción: vivir con el recuerdo. Yo viviré con el roce de tu cuerpo sobre el mío y tu vivirás con mis
suspiros por tu cuello. Aprenderemos a vivir con ello, lo sé porque
yo ya lo estoy consiguiendo. Y tú también lo harás. Y aprovecharemos al máximo
nuestro tiempo, por separado, como dos locos desconocidos viviendo en el
recuerdo del otro. Y seremos sólo eso, recuerdos, dulces recuerdos.
Odio ver como te marchas, pero adoro ver como te vas.